Merengue caraqueño, un género bien "trancao"
Los músicos extrañan la tradición, que describen como
única en el mundo
única en el mundo
Liliana Ochoa Breijo | ÚN .- Es difícil que alguien sepa con
certeza de dónde viene el merengue caraqueño. Pero no tardan en
asociarlo con la retreta o vincularlo con el sonido que generaba la Billo's Caracas Boys: suena a fiesta, esa de plaza que con el tiempo ha desaparecido.
"La mayoría de la gente no entiende lo que es el merengue caraqueño. Es un cinco por ocho. Algo único. Nada en el mundo tiene esa riqueza, esa versatilidad. Nadie puede con eso. Y si no le gusta es porque no lo sabe bailar", asegura el cantante y cuatrista criollo Rafael "Pollo" Brito.
Diego "el Negro" Álvarez, percusionista caraqueño y responsable del proyecto Rock and MAU, recuerda las palabras que Aldemaro Romero tenía para el merengue caraqueño: "Él decía que era un seis por ocho cortado o mal tocado. Esa parrandita a la que se le quito una corchea, un tiempo. Esa cosa sabrosa que tiene mucho que ver con la reacción del bailador".
El merengue caraqueño es un género bailable que dista bastante del dominicano popularizado por artistas como Juan Luis Guerra, pues es más trancado, incluso más que el ejecutado por la orquesta Billo's, fundada en 1940.
"Cuando escuchas a la Billo's, suena sutil. No es el merengue trancado de Los Antaños del Stadium o Los Cañoneros", advierte Álvarez.
Los Antaños nacieron en 1946, cuando amenizaban juegos del equipo de beisbol Cervecería de Caracas en el Estadio de San Agustín; Los Cañoneros, en 1982, con su primera presentación en la Plaza Monumental de Mérida.
Han sido ellos los encargados de revivir aquellos acordes que tuvieron su apogeo en la década de 1920: el merengue caraqueño, un género que es música y espectáculo, con su tradicional vestimenta y el clásico Canotier, ese sombrero de principios del siglo pasado.
Hoy por hoy, suena a recuerdo. Ya no se escucha en la radio y no suele contar con muchas presentaciones. "No es que no ha sonado porque a la gente no le gusta, sino que es difícil tocarlo y bailarlo", agrega Brito.
"Desgraciadamente, se pierden las cosas, así como se pierden la Paradura del Niño y otras tradiciones. A medida que desaparecen las retretas, desaparece el merengue caraqueño. Incluso Los Cañoneros se ha ido modernizando", afirma Álvarez.
Brito recuerda lo mal visto que era el merengue. Era un género rechazado por la clase social alta, era de plaza, de calle, tanto por su sonido como por la forma de bailarlo. "Cuando Cruz Felipe Iriarte hace El frutero, habla del que está en la calle", asevera.
En el siglo XXI. Para las nuevas generaciones, esos términos son ajenos. Diego "el Negro" Álvarez recuerda el proceso de producción del disco Rock and MAU, un proyecto entre la Movida Acústica Urbana y distintas agrupaciones de rock nacional y en el que 25 canciones fueron adaptadas a algún género tradicional.
"Cuando le comenté a Beto (Montenegro) -vocalista de Rawayana- que su canción Falta poco la habíamos convertimos en un merengue caraqueño, no tenía ni idea de qué le estaba hablando. Él pensó que le tocaría bailar algo a lo Sandy y Papo", cuenta el percusionista.
Beto lo admite: ni sabía de la existencia del género. "Fue la primera vez que lo tuve que cantar y entendí lo bonito y complejo que es. El hecho de haber participado en la MAU nos da esa aproximación a ritmos que no teníamos en nuestra zona de confort", explica.
Actualmente, no existe quien se encargue de ejecutar ese "cinco por ocho". Sí, Los Cañoneros están y Los Antaños del Stadium fueron declarados Patrimonio Cultural Musical de la Ciudad de Caracas en 1996, pero la capital ya no suena a retreta. Sin embargo, Brito es optimista: "Ningún músico venezolano va a permitir que se pierda el género por completo".
Aunque el cantante de Rawayana todavía no sabe de qué irá su próximo disco, ahora conoce el merengue caraqueño: "Es una opción más, un color más en nuestra paleta. Sería muy bonito hacerlo".
"La mayoría de la gente no entiende lo que es el merengue caraqueño. Es un cinco por ocho. Algo único. Nada en el mundo tiene esa riqueza, esa versatilidad. Nadie puede con eso. Y si no le gusta es porque no lo sabe bailar", asegura el cantante y cuatrista criollo Rafael "Pollo" Brito.
Diego "el Negro" Álvarez, percusionista caraqueño y responsable del proyecto Rock and MAU, recuerda las palabras que Aldemaro Romero tenía para el merengue caraqueño: "Él decía que era un seis por ocho cortado o mal tocado. Esa parrandita a la que se le quito una corchea, un tiempo. Esa cosa sabrosa que tiene mucho que ver con la reacción del bailador".
El merengue caraqueño es un género bailable que dista bastante del dominicano popularizado por artistas como Juan Luis Guerra, pues es más trancado, incluso más que el ejecutado por la orquesta Billo's, fundada en 1940.
"Cuando escuchas a la Billo's, suena sutil. No es el merengue trancado de Los Antaños del Stadium o Los Cañoneros", advierte Álvarez.
Los Antaños nacieron en 1946, cuando amenizaban juegos del equipo de beisbol Cervecería de Caracas en el Estadio de San Agustín; Los Cañoneros, en 1982, con su primera presentación en la Plaza Monumental de Mérida.
Han sido ellos los encargados de revivir aquellos acordes que tuvieron su apogeo en la década de 1920: el merengue caraqueño, un género que es música y espectáculo, con su tradicional vestimenta y el clásico Canotier, ese sombrero de principios del siglo pasado.
Hoy por hoy, suena a recuerdo. Ya no se escucha en la radio y no suele contar con muchas presentaciones. "No es que no ha sonado porque a la gente no le gusta, sino que es difícil tocarlo y bailarlo", agrega Brito.
"Desgraciadamente, se pierden las cosas, así como se pierden la Paradura del Niño y otras tradiciones. A medida que desaparecen las retretas, desaparece el merengue caraqueño. Incluso Los Cañoneros se ha ido modernizando", afirma Álvarez.
Brito recuerda lo mal visto que era el merengue. Era un género rechazado por la clase social alta, era de plaza, de calle, tanto por su sonido como por la forma de bailarlo. "Cuando Cruz Felipe Iriarte hace El frutero, habla del que está en la calle", asevera.
En el siglo XXI. Para las nuevas generaciones, esos términos son ajenos. Diego "el Negro" Álvarez recuerda el proceso de producción del disco Rock and MAU, un proyecto entre la Movida Acústica Urbana y distintas agrupaciones de rock nacional y en el que 25 canciones fueron adaptadas a algún género tradicional.
"Cuando le comenté a Beto (Montenegro) -vocalista de Rawayana- que su canción Falta poco la habíamos convertimos en un merengue caraqueño, no tenía ni idea de qué le estaba hablando. Él pensó que le tocaría bailar algo a lo Sandy y Papo", cuenta el percusionista.
Beto lo admite: ni sabía de la existencia del género. "Fue la primera vez que lo tuve que cantar y entendí lo bonito y complejo que es. El hecho de haber participado en la MAU nos da esa aproximación a ritmos que no teníamos en nuestra zona de confort", explica.
Actualmente, no existe quien se encargue de ejecutar ese "cinco por ocho". Sí, Los Cañoneros están y Los Antaños del Stadium fueron declarados Patrimonio Cultural Musical de la Ciudad de Caracas en 1996, pero la capital ya no suena a retreta. Sin embargo, Brito es optimista: "Ningún músico venezolano va a permitir que se pierda el género por completo".
Aunque el cantante de Rawayana todavía no sabe de qué irá su próximo disco, ahora conoce el merengue caraqueño: "Es una opción más, un color más en nuestra paleta. Sería muy bonito hacerlo".
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